miércoles, 15 de octubre de 2014

Club de Escritores

Relato-ejercicio , Club de Escritores, comenzando por la siguiente frase:
 
                    SOLITARIOS, QUE ESPERAIS EN LA BARRA DE UN BAR CUTRE:  ¡No os impacienteis! en cualquier momento vereis aparecer a la mujer deslumbrante que entró anoche y os quedasteis boquiabiertos al aspirar su perfume de menta y camelias, entre el reguero de su escote.
          -A ver, Antonio, deja sobre la barra pringosa y maloliente, esa copa de tintorro aguate, esos boquerones grisáceos que huelen a ajetes apolillaos y esa morcilla refrita con pimienta picante; atúsate las greñas de grasa que caen por tu frente y con la pizca de agua  que te sobra del vaso, pásate la mano mojada por esos ojos de lechuguino somnoliento. ¡Ya ves que ha amanecido! La taberna cutre de anoche se ha transformado en un bar de desayunos, chocolate con porras y té con pastas ¿Te acuerdas de los dos camareros sudorosos de la madrugada? Pues se han puesto la chaquetilla, el chaleco negro, la camisa blanca y la pajarita de lunares, bajo la sonrisa de los domingos. Las melodías de saxo de parejas pegajosas de la medianoche, con cara de desvanecimiento que huele a alcantarilla atascada, ¡atiende, hombre, pon la oreja!  sobresale ahora con un tinte de locutora de: Buenos días, querido público... alegre, desenfadada, cordial,  ahora un vals, bien un bolero de Moncho, después una marchosa de Luis Aguilé, para "peticiones del oyente" y tampoco viene mal, mientras te tomas el café cargadito para entrar a la oficina, esa que empieza por: "Con una guitarra, y un par de palillos, nació el pasodoble flamenco y..."  ¿Es la misma taberna cutre de anoche a la hora de las brujas y los duendes?
          Para que veas y no lo creas, Antonio, termínate de una vez tu café y ya más espabilado, mira a la puerta resplandeciente de sol y observa a la chavala que acaba de entrar, con su carpeta inflada de libros y atándose con fuerza la cola de caballo. ¿No es la misma despampanante  que entró anoche y os quedasteis todos boquiabiertos al aspirar su perfume de menta y camelias entre el reguero de su escote? Acércate, hombre. ¿Te sobró alguna moneda o se te cayeron  por los bolsillos rotos? Venga, invítala al desayuno; háblala con finura y convéncela para quedar después del trabajo. ¡¡Hazte un hombre de bien, de provecho, como dice tu padre!!  ¡Ay, solitarios!  estaríais apañaos todos  si  no velara yo por vosotros!

Maribel Sebastián.  Tornasol. 14,10,2014

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