lunes, 20 de octubre de 2014

TARDE DE TRÁFICO

           TARDE DE TRÁFICO.
                 
Amigos: Me acuerdo de vosotros mientras cepillo con los ojos medio cerrados, el pantalón vaquero que me puse esa tarde. ¿qué es ésto? si  yo no tengo ese color de pelo  canelita en rama. Ya sé, son de mi amigo el gato de Araceli que siempre nos recibe como el mejor de los equilibristas, con una pirueta magistral desde su escondite entre el tejado.  Se repanchinga en el jardín, relamiéndose los bigotes  y piensa, piensa, si esos de ahí dentro son los pelmas de hace dos años  que no se marchaban ni a tiros. "Sí, claro que son, pero esta tarde es algo más fresca y se han metido al salón  para leer esas cosas tan raras que yo no entiendo. La que más me acarició es la que menos leía, por eso tenía más tiempo para mí. A ver si esta tarde también me hace cosquillas en la oreja derecha como aquel día. Al principio me molestó, pero luego le cogí el gustillo y volvía a su mano cálida una y otra vez  para que siguiera deslizándose por mi lomo sumiso  y terminara acariciándome la cola  que yo escondía aposta para engañarla. Pasé un buen rato así hasta que mi ama me llamó la atención y me dijo, suavemente eso sí, que me fuese al jardín y no diera más la lata"                    Siguieron con las lecturas interesantes  y picando esos pinchos que nos puso Araceli, tan atenta   como siempre. Yo tomé buena nota de todo y cogí los apuntes que me dieron sobre nuestro libro de "Una princesa en Berlín" con el ánimo de terminármelo muy pronto. Subimos al estudio para ver un retrato que había pintado la artista, que se cuidó muy mucho de decirnos el nombre. ¿Quién será?  Con detenimiento, lo miramos, lo remiramos, lo admiramos, las arrugas de la frente, las mejillas saludables, el bigote poblado, la mirada profunda, el labio superior sin perfilar, el inferior carnoso, el buen color del rostro. Yo, felicísima, porque creí que íbamos a terminar la velada con Marcelo Mastroiani, pero no, no era él. Era un ministro. El alcohol no pudo ser partícipe de la confusión porque no  lo probamos en toda la tarde, pero claro, Araceli, nos aclaró que le faltaba algún  retoque  y que el retrato lógicamente,  cambiaría mucho. Estoy segura de que, al final, lo bordaría,  que el señor en cuestión, se parecería bastante. 
          No fue con Marcelo, pero terminamos con Paco que nos dejó en Plaza de Castilla divinamente.
Tornasol

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