viernes, 30 de enero de 2015




Para leer con...
"Capricho árabe" - Francisco Tárrega




Desde su falda y volando como una pluma se dejaba caer en uno de los cojines de raso de la cama que crujía suavemente. Atravesaba la colcha y dando un gran salto se posaba en la coqueta. Entonces se arqueaba. Se estiraba. Se encogía. Parecía danzar. Danzar entre cajitas de porcelana, cuencos de cristal y peinecillos de carey, enroscándose como una gasa en el pequeño jarrón de china, roto muchas veces y siempre recompuesto, que tía Lucia conservó toda su vida. De ahí saltaba a la puerta quedándose por un momento muy quieto, mirándola, pareciendo esperar algo.


Pero nada ocurría y el gato de ojos azules marchaba pasillo adelante dejando a tía Lucía sola, en su cuarto. Recuerdo que entonces se acercaba a la puerta para cerrarla muy despacio y que siempre, siempre, tardaba mucho en salir…

4 comentarios:

  1. Me encanta lo retozona que era esa gata con sus roces de rasos, cristal, porcelanas y hasta con un jarrón chino. Quien se hubiera perdido, y menos una niña, esa carita de expectación y esos ojos color mar agitado.. Peter, me gusta que lo hayas incluído en el blog.

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  2. ¡Vaya entrada Peter!
    Me ha hecho sonreir...

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  3. Pues ya me alegra ... Un abrazo grande y ¡¡ gracias !!

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