miércoles, 12 de noviembre de 2014

Rincón de la Poesía




Llegamos a Waterloo con tiempo de sobra


El sol corría en el cielo, el taxi voló; 
había una especie de fiebre en el reloj 
esa mañana. Llegamos a Waterloo 
con tiempo de sobra y supe encontrar mi rumbo. 
El café amargo en un pequeño restaurante 
nos dio para conversar. Cuando el tren 
comenzó a andar te vi volverte 
y desaparecer, y las venas de mi cerebro 
estallaron, el tren rugió, los demás pasajeros 
saltaron presurosos, ardiendo el mudable aire 
che si cruccia, oí los demonios maldecir 
y chillar de alegría en ese lugar lejano a la súplica. "

John Berryman


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