martes, 15 de abril de 2014

La Plaza del Diamante, Rodoreda, Algunos Personajes


NATALIA:

Natalia es el personaje protagonista de “La Plaza del Diamante”. Sustenta todo el peso de la narración en primera. El lector está constantemente en su cabeza y en su corazón, bebiendo de la dureza del mundo que le toca vivir.

Natalia es llamada por su marido Colometa, solo al principio, en sus primeros encuentros la llama su “Reina”. Y ella sin protestar (así será todo su matrimonio, abnegación y silencio) lo acepta.
Ella es huérfana de madre y su padre ya tiene otra mujer. Ella vive con ellos al comienzo de la novela, pero debe pagar su alojamiento y su propia comida. “Y mi padre casado y yo jovencita y sola en La Plaza del Diamante”.


Natalia está sola en el mundo, el trabajo en la pastelería le hace sentirse bien y útil.
Aunque pronto aparece Quimet, en el baile con las flores y la arroya y la envuelve con determinación para que baile con él. Pronto Natalia dejará su relación con el Pere (un buen hombre) y también el trabajo en la pastelería. Se casará con Quimet, y estará encerrada en casa. Los celos de Quimet la doblegan, los cambios de humor de su marido, la lastiman. Pero la voz de Colometa es silenciada de forma constante en la narración. Solo el lector la conocerá realmente.
Una voz en constante tristeza y sublime sensibilidad. Tan viva e intensa que creo que hay pocas que se puedan igualar en la Literatura.

Las imágenes que evoca Colometa contienen tanta poesía y desazón que resultan subyugarnos…”Y entre campana y campana, un caracol de esos que, cuando acercas el oído, suena dentro el mar. Aquel caracol que había podido meterse todos los llantos del mar dentro, era para mí más que una persona. Nadie podría nunca vivir con aquel ir y venir de las ola metido dentro”.
Así se siente Colometa por dentro también. La Guerra Civil le acaba por arrebatar lo poco que le queda. Se queda viuda. Hay hambre y más dolor que aguantar, hay muertes y pobreza, y su único deseo es extinguirse y que sus hijos no sigan sufriendo. Natalia ha soportado partos difíciles, abandonos, celos, y una sexualidad nefasta por el egoísmo de Quimet. Pero el sufrimiento de sus hijos le puede y decide suicidarse. Es ahí cuando Antoni aparece, el tendero, y le ofrece la oportunidad de formar un hogar. Un hombre solo, mutilado, que le ofrece paz y respeto. Porque a esas alturas Natalia no aspira a la felicidad. Tal vez, nunca hubo sitio en su cabeza para la felicidad. Colometa oculta sus propios sentimientos para sobrevivir. Aunque para Antoni solo tiene palabras de amor en “sus adentros” como la caracola…”Le pegué la cara a la espalda y era como si sintiese vivir todo lo que tenía dentro, que también era él: el corazón lo primero de todo y los pulmones y el hígado, todo bañado con jugo y sangre. Y le empecé a pasar la mano poco a poco por el vientre porque era mi pobrecito inválido y con la cara contra su espalda pensé que no quería que se me muriera nunca y le quería decir lo que pensaba, que pensaba más de lo que digo, y cosas que no se pueden decir y no dije nada  y los pies se me iban calentando y nos dormimos así…”
Colometa es un símbolo dentro de la propia novela, la voz universal de muchas mujeres que al igual que ella sufrieron  y sufren la guerra, la desigualdad, y la falta de oportunidades.


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