jueves, 20 de febrero de 2014

FEBRERILLO LOCO

                     FEBRERILLO LOCO.-             

           ¡Claro que es febrero! ¿No ves que los árboles han comenzado a vestirse de árboles? Antes parecían perchas zancudas expuestas en un mercadillo de rebajas al aire libre. En los días claros de enero el sol de las trece horas se adentra de lleno entre  el ramaje pelado de los castaños, dando vigor a la osamenta  aquejada  de  reumatismo y dolorida por el granizo de algún día invernal y por el rocío de tantos amaneceres; ramas  torcidas  semejantes al cuerpo de una vieja sin vestir, raices abultadas como juanetes protuberantes de un alpinista  de edad.
               Este febrerillo, loco de atar, sorprende a las aves, al canario en su jaula, que no sabe si ese día cantará,  al ver a su amigo el sol  haciéndole guiños y risas para despertarle,  o quizás, deba introducir  de nuevo la cabeza entre el oro de su  plumaje porque la nube que vio muy de mañana, ha descargado su furia contra la prisión de alambre, duchándole y azotándole sin piedad.
               
               Pronto se irá febrero  con las enormes hojas amarillas arrastrando con esfuerzo su peso por las inclemencias del tiempo, pero quedan los últimos días, que nos mostrarán almendros en flor, capullos en maceta que acaban de descubrir el color, blusas floreadas de entretiempo, sabores de un postre de cucurucho y tarrina y adornos en  trajes de hadas porque llega  el Carnaval.

TORNASOL.

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