lunes, 9 de abril de 2012

Cuestiones Orwellianas, por qué obedeces a todo

¿POR QUÉ OBEDECE LA GENTE?

"Si bien se piensa, nada hay más extraño que, creada una relación entre dos personas, las dos nacidas de madre y sin atributos sustantivos que las diferencien, una de ellas acepte obedecer a la otra. No hay comunidad humana sin que el poder se confíe a una minoría de personas, que son las que manda, mientras que la mayoría obedeces. Pero, ¿por qué obedece? (...) El hombre inventó las costumbres como remedio a su finitud. Este hecho ontológico-cabe añadir ahora- tiene consecuencias políticas. Porque todo sistema político descansa en la probabilidad de encontrar obediencia entre sus miembros, y ningún comportamiento es más probable que el sancionado por una costumbre repetida en el tiempo. ¿Que por qué obedece la gente? La mayoría sólo por costumbre. Ahora bien, la modernidad ha pretendido construir su proyecto político ignorando la función político-constitucional de las costumbres(...) Según las tesis como las del estatalismo legalista, hay do razones para obedecer. Primero:  porque, en el esquema democrático, los ciudadanos se han dado a ellos mismos las leyes, y según el adagio, volenti non fit iniura, quienes consienten no pueden hacerse daños a ellos mismo, aunque la ciudadanía pocas veces logra identificar como cosa propia los que los funcionarios preparan en sus oficinas y aprueban los parlamentos. Segunda razón: porque quien incumple la ley recibe un duro castigo. Nuestro Estado de derecho, según esta tesis formalista, sería algo así como un sargento matón que sacude al que se desmanda.
No es cierto. En realidad, la mayoría de la gente cumple todos los días de forma voluntaria y pacífica, y no porque conozca el texto legal y haya estudiado su régimen sancionador-estamos demasiados ocupados para ello-, sino por mera costumbre, ese vehículo liviano que nos transporta sin sentir como el delfín areseo o como la ola surfista. El edificio del Estado moderno pende enteramente de una gran rutina de observancia de las leyes y por eso estaba muy puesto en razón Renan cuando definió la nación como un plebiscito cotidiano..."

De Javier Gomá Lanzón.

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