domingo, 18 de marzo de 2012

EL NIÑO PERDIDO

EL NIÑO PERDIDO (Thomas Wolfe- 1937)


ESTRUCTURA Y NARRADOR.- 
La novela se divide en cuatro partes, cada una de ellas con un narrador distinto. En la primera parte se trata de un narrador omnisciente, en tercera persona, si bien muy pegado al personaje de Grover. Nos presenta a éste meses antes de su marcha a Saint Louis y de su muerte allí. Esta parte, aunque narrada en presente, nos retrotrae al pasado, ese pasado al que todos los demás narradores tratan de regresar en las partes restantes del libro, y nos permite conocer a Grover como un ser que, pese a sus pocos años, es perfectamente consciente de su existencia en el espacio (los distintos rincones de su pequeña ciudad) y sobre todo en el Tiempo, Tiempo que permanece inmutable pero que a la vez cambia continuamente en un juego cíclico sin fin, fruto de la acción de la memoria.

En las otras tres partes los narradores van cambiando. Se trata de narradores en primera persona, en la segunda parte la madre de Grover, en la tercera su hermana Helen y en la cuarta el propio autor, también hermano de Grover, si bien cada uno narrará con un enfoque distinto: la madre, reviviendo el dolor por la muerte de su hijo más querido, la hermana profundizando en el sentimiento de pérdida de las esperanzas y sueños de la niñez y la adolescencia que el devenir del tiempo ha dejado insatisfechos.

Por su parte, el hermano, Thomas, el autor, vuelve a Saint Louis en busca de la casa donde por unos meses vivió la familia y murió Grover, tratando de recuperar, de forma material y física incluso, el tiempo y el hermano perdidos, para comprobar que justo cuando cree haber conseguido su objetivo en realidad ha fracasado: “ ….. y me volví para ver adónde se había ido el Tiempo. Y todo era allí como siempre había sido. Y ya no quedaba nada ni nada volvería nunca. Y todo seguía siendo igual, como si no hubiera cambiado desde entonces, sólo que todo se había perdido y había sido recobrado y capturado para siempre. Y así, al haber encontrado todo, supe que lo había perdido.”

De esta forma juega con nosotros la rueda del tiempo, siempre el mismo y siempre renovado, siempre diferente, alimentando la memoria y alimentado por ella.


ESTILO.- 

El estilo de Wolfe es de una aparente sencillez, utilizando preferentemente frases cortas y no demasiado complejas, que con frecuencia repite como una salmodia o un mantra. Con ello consigue reforzar la percepción de la realidad por los personajes a la vez que acentúa el sentido cíclico del tiempo. Pese a la aparente sencillez, el relato está dotado de un enorme lirismo y desencadena imágenes de gran poder de evocación que llegan a zonas muy profundas y sensibles del ser humano.


FCL – 5.3.12

2 comentarios:

  1. Hola Hispaniola, hay que ver qué tráfico hay en la página, desaparezco un día y parece la M-40...
    criticaslocas

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