miércoles, 13 de abril de 2011

"La insoportable levedad del ser"

Pobre Tomás, se siente insatisfecho cuando está con sus amantes. Con las rotatorias y con las permanentes. Aún así, sigue apostando por la “amistad erótica”. Y es que Tomás es demasiado hábil eligiendo palabras, de otro modo elegiría “compromiso” pero entonces sus pensamientos palidecerían. Tomás es un artista cuando saca el escalpelo, no lo suelta ni cuando está con sus amantes. Eso si es amor a la profesión. Sabe conectar a la perfección sus dos grandes pasiones, la de cirujano y la de mujeriego. No sé por qué pero Tomás me recuerda a ese personaje verdiano, Don Carlo. Y es entonces, cuando Milan sin perder detalle nos presenta a la princesa. Teresa, Teresita. Mujer y niña. Lavar y planchar en la infancia. Pesadillas negras no siendo tan niña. ¿Qué le pasa a Teresa? ¿Qué le pasa a Teresita? Ah! claro, ya ha pegado el estirón. ¡Cómo ha crecido Teresita! Y es que su ardid también es adulto. Ahora, vive en el campo con Tomás, su conejo preferido.

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