miércoles, 17 de julio de 2013

DESAYUNO EN VACACIONES.

VACACIONES.-  El desayuno en el bar se me antoja gratificante. Vacaciones en Madrid, tan distintas
 porque las cosas más insospechadas, las frases más halagadoras, no se sabe si las dicen diferentes, o a nosotros nos suenan de verdad, diferentes, más cálidas, más cercanas.
          -¿Te quedan porras? 
          -Sí, hermosa, y que están bien crujientes.. También hay cuatro churritos, riquísimos, con azúcar glasse
          -Vale, hermoso. Dame una porra y un churro, y para variar ponme chocolate bien espesito.
          Lo de "hermoso"  no se lo he dicho nunca, pero hoy me ha apetecido responder con ese piropo tan de pueblo, tan cañero, tan repetido entre gente de la construcción. Sé que el camarero ha agradecido la confianza  ¡Ya está mi mesa!  la que roza la cristalera y mira a los pinos de la casa de enfrente. Es la última del ancho pasillo y nadie me distrae al pasar. ¡Cómo no! Todo hay que decirlo: está coja. Algún inconveniente habría que achacarle. Yo ya me lo sé. Saco del estuche cuatro servilletas.Deben ser cuatro. Las doblo otras cuatro veces y las meto debajo de la pata izquierda de mi lado. ¡Perfecta! Ya puedo echarme con tranquilidad el edulcorante en la consumición, sin que el plato se inunde o me salpique la falda.
          No está la gente de siempre. Han huido de la polución. ¡Bendita polución! ¡Bendita calma! Podré concentrarme. Sólo veo conocido un muchacho joven, con sus gafas antiguas, la raya al lado en su pelo moreno, su vaso alto de descafeinado, los ojos lejanos, dispersos, huidizos, tristes... todo igual. Ha cambiado sus pantalones. Ahora los lleva cortos, por la rodilla, de color neutro como su existencia. La depresión no lleva disfraz. Se la conoce a simple vista. Mesas vacías, brillantes, en espera de que los aperitivos de dentro de un rato, estampen su sello de algarabía.
          Yo estoy feliz. El chico joven de detrás del mostrador me mira y me sonríe, Rocío, la camarera, lleva garbosa  a la terraza, la bandeja con refrescos, y al volver solicita, con el tono algo subido: ¡¡Una de bravas!!  Yo doy vueltas despacio a mi chocolate, mientras garabateo en mi cabeza un nuevo relato

   TORNASOL..


2 comentarios:

  1. Aquí, hermosa mía, en Conil, sin polución, pero con atún de almadraba y puntillitas, tampoco se está mal. Eso sí, no tengo porras ni churros a mi disposición. No se puede tener todo.

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  2. Lo del edulcorante me ha parecido una linda contradicción, tan real, las señoras saliendo del gimnasio y zampándose tostadas de mermelada con un café con leche con sacarina...je, je...
    Sigue con las inspiraciones Tornasol que te sientan bien.

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