sábado, 18 de mayo de 2013

Hola, amigos: Ahí va un microrrelato calentito: Va de borrachos:

          FIEL CONFIDENTE.-  Ginés, según sale del bar, va mascullando sonidos incoherentes. Se despide con educación del dueño que, desde el mostrador, le dice adios con gesto entre ceñudo y compasivo. Da un traspiés contra las dos escalerillas de la puerta de salida. Se santigua, tal vez por el morrón del que se ha librado, o porque el hombre tiene esa costumbre, como muchas personas, cuando alcanzan la calle.
          -¡Anda, salero! Si llevo comparsa  ¿Cómo te llamas, chucho? Tienes cara de llamarte Nabuconodosor, hipp, me ha salido de un tirón.
           Eres un Cocker, seguro, esas orejotas tan largas color albaricoque y esa cabeza de griego tan marrón. Es que, ¿sabes? entiendo mucho de perros. Tengo uno en casa y seguro, seguro, que os llevaríais muy bien.  Bueno, chucho, lárgate, hoy no te puedo dar nada, ni siquiera conversación, así que, ¡hala, hala!
           Ginés prosigue su camino zigzagueando por la acera. Mira al cielo tembloroso y piensa que el cuarto creciente de la luna le sonríe.  ¿Me sonríe? o ¿se reirá de esta pinta estrafalaria que llevo? Me veo en ese espejo de la pastelería: el cuello de la camisa saliéndose entre el abrigo, las ojeras que me las voy a pisar,  y mis dos pelos que parecen un par de bailarines chinos en una pista de patinaje sobre hielo... pero, ¿y aquél, no es Nabuconodosor?  Es que el muy cabezón, me ha seguido, de lejos, pero me ha seguido.
          -¡¡Amigo, ven!! Te veo muy triste, llevas las orejas gachas, como yo. Si no fuera porque temo perder el equilibrio, te acariciaría un poquito, pero ya ves a lo que he llegao.  Mira, Nabu, te voy a hablar de hombre a hombre. Yo soy abstemio, pero hoy he tenido que darle al morapio. Hay ocasiones en la vida que si no echas un trago, te puedes pillar una depre del carajo, hipp, hipp.
          Ah, ahora sube las orejas y mueve el rabo. ¡Claro, está viendo a su enamorada!Aquella Caniche Toy con el pelo rizado y un lazo rojo en la cabeza. Está quietecita, mirándole, y él se está quedando bizco. Qué fantástico es el amor. Pero, ¿y aquel gigantón que viene por la acera de enfrente y se pone a dos metros de la Caniche? ¡qué blanco es! ¡y qué guapo! Si mal no recuerdo... es un Pastor Blanco Suizo. De lo más precioso que he visto en perros. Y la caniche le está mirando, y la caniche le está moviendo el morrito, y la caniche parece que se va con él... hipp, hippp, ¡qué faena!
          -Pero, Nabu, pasmao, saca la fuerza y el brío que llevas dentro y ladra, ladra y echa a correr detrás de tu chica,  ¿no ves que ese gigante la va a aplastar cuando la dé un lametón?  ¿Me sabes guardar un secreto Nabuconodosor? Otro gallo cantaría si yo hubiera tenido un fiel confidente como tú. No habría pescao la merluza que llevo.  Claro... que tampoco te habría conocido.
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Autora.-  Tornasol.   Club de Escritores. Biblioteca Rafael Alberti,  Mayo, 2013

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