OCNOS
Le
pregunto a mi hermano si se hizo jardinero por vocación. Sus ojos verdes y
grandes, se fijan en el jardín de la plaza. Me contesta que esta vez, le
hubiera gustado arreglarlo él mismo. Han puesto los pensamientos más altos en
la primera fila. Cuando uno viene caminando hacia el jardín sólo ve eso: La
primera fila. Tienes que adelantarte mucho para poder captar la idea de que son
muchos. Un ancho manto violeta. Han arrancado los rosales sin piedad. Y mira el
magnolio Isabel. Enfermo de tuberculosis. ¿Sabía que es el único que existe en
esta ciudad?. Les es difícil crecer en este clima. Que sea tan viejo es un
milagro silencioso. ¿La tuberculosis?. Cuando se poda se ha de hacer con dos
tijeras. Al acabar con un árbol debe ponerse el filo en alcohol un rato y usar
con el siguiente las otras. Si no ¿Lo ves?. Los árboles se contagian unos a
otros las enfermedades. Le hablo de Cernuda. En el Ocnos tiene un pequeño
recuerdo sobre un magnolio. Me pregunta si como el del jardín, el árbol del
libro está rodeado de cipreses recién plantados que secarán sus raíces de forma
inevitable. Creo que no, pero sólo por eso merecería que los sacara en algún
relato de los dublineses caseros. ¿Cómo van?. La mayoría en la carpeta gris, la
de las ideas mediocres. Sonríe. Sus ojos, bajo el sol del atardecer brillan.
¿Crees que a mi me gustaría ese libro? Me pregunta. No lo sé. Sólo por el pobre
magnolio voy a leerlo, dice. Pero no se lo cuentes a nadie ¿vale?. Claro, será
nuestro secreto.
De "Teextos Rescatados", Isabel Simón.
Hay que tener mucho cuidado con los magnolios. Todas las flores bellas son delicadas a la vez.
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ResponderEliminarEsos pensamientos de tú y tu hermano me han gustado mucho. Me gustaría tener también un hermano para comentarle pequeñas cosas de los pensamientos y de los cipreses. Ahora mismo me voy al pueblo tres días y veré los cipreses arqueados y abundantes que albergan todavía algún nido de urraca. ¿Cuándo te vas? Llamame. Besos.
Tornasol