Müller fue censurada en Rumanía, por supuesto. Ceaucescu no iba a permitir a su amado pueblo que las palabras les forjaran algo de libertad. Casi que la escritora tuvo suerte, otras mujeres fueron obligadas a parir cuatro hijos bajo riesgo de sanción, no iba a ser gratuita la cosa de que Rumanía fuera el único país europeo sin deuda externa. Los hijos de la Müller han sido las palabras, la realidad trazada a golpe de figuras retóricas cinestésicas y sublimes, los campos helados y devastados por la alineación, las granjas donde animales y hombres llegaron a conglomerar una materia homogénea y sometida. Aclamada por la crítica, Alemania la rescató. Escenas surrealistas de tan ciertas, el Estado omnipresente. Los exilios no son por nada, deprisa, una última mirada de frustración y tristeza hacia Bucarest antes de subir al tren. Premio Nobel inesperado, 2009, dicen siempre las críticas: inesperado y merecido sin embargo. Menos mal que el mundo no se resume en letras masculinas. De veras, no se pierde el tiempo saboreando En Tierras Bajas, aunque no sea chic,ni impecable paseito dublinés ni nade por las costas del primer mundo literario, tan cargado de publicidad disimulada en festivales, tan aburridamente bohemio pero fashion, un respiro de sensatez tienes Herta. De maestría, de humildad.
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