A LA VISTA DEL LAGO
ALICE MUNRO (MI VIDA QUERIDA)
El
conjunto de Relatos de “Mi Vida Querida” tiene un carácter intimista, no
tememos equivocarnos al decir que es frecuente adivinar rasgos biográficos de
Munro en esta obra.
Si bien
en la mayoría de relatos planea la Segunda Guerra Mundial y el efecto que tuvo
en Canadá, donde se centra geográficamente la obra, no es el caso de “A la
Vista del Lago”. En él Munro se centra exclusivamente en la vida de Nancy, una
mujer ya mayor, que tiene que llegar a la cita de un médico para “chiflados”
porque su memoria empieza a fallar.
El
relato se narra en una Tercera que de tanto meterse en el pensamiento del
personaje principal, llega a parecernos un Primera Persona. Nancy coge el coche
y deja su casa, debe ir a otra localidad para llegar a su con el doctor.
Normalmente
Munro no narra de forma lineal. Suele hacer zig-zags en sus historias. Aunque
su pacto con el lector no deja de ser honesto por ello, no se agarra como
autora a la típica estructura de “Principio-Desarrollo-Desenlace”, sino que va
tejiendo sus historias poco a poco, despistándonos a veces acerca de dónde
quiere llegar. Pero eso es precisamente lo que la hace una narradora singular.
En el
caso de “A la Vista del Lago”, nos parece que rompe esa forma tan típica suya
de narrar.
El
lector parece que va con Nancy desde el comienzo de la aventura. Ella debe
desplazarse a otro pueblo, y en ello vamos conociéndola, sabiendo de sus miedos
e inseguridades, de su vida conyugal, del paso del tiempo y de los fallos de la
memoria.
Es
precisamente el juego del tiempo el que impera en la narración de este relato.
De una parte, Nancy emprende la búsqueda del pueblo a través de la autopista
para llegar a su cita con el médico. Las descripciones de todo lo que observa
son detallistas, se fija en todos los pormenores, el número de habitantes del
pueblo, cómo es la tarde, los campos aledaños y un reloj en un escaparate que
ya no da la hora. El tiempo es un mal menor que ella aparentemente maneja bien.
Comienza a buscar la consulta, ha olvidado el nombre del doctor y la dirección.
En pedazo de papel en el que la tenía apuntada se ha perdido, tiene que
reorientarse y se propone vagar por el pueblo para encontrar el despacho.
El
lector sigue a Nancy con total naturalidad. Sin apenas preguntarse dónde se
encuentra él mismo. No es difícil encariñarse con un personaje como el que nos
presenta Munro, humanizado cien por cien con el truco de poder participar de
sus emociones. La lógica que usa es seguir vagando por el pueblo, con la
esperanza de encontrar una señal que la resitúe. Pasa por calles con casas del
siglo XIX, y en la descripción, Nancy
vuelve a llevar al lector hacia sus impresiones y recuerdos, cien años
atrás, cómo eran las costumbres de antaño.
El
tiempo se nos presenta como un juego en espiral, tan bien descrito que llega un
momento que se nos olvida que Nancy tiene que llegar a su consulta. Funeraria y
jardines, gente que tal vez esté pensando qué hace esa mujer por ahí sola. El
mundo, poco a poco se nos va mostrando cada vez más indefinido, y a la vez tan
típico, bicicletas y casas bien cuidadas, cualquier pueblo puede ser igual a
otro.
Un
detalle magnífico de Munro, es también la naturalidad que aplica a los
diálogos. Nancy habla con un jardinero algo parco mientras sigue su búsqueda.
Dentro de una situación de pérdida, no existe tensión sino palabras entre ambos
de reconocimiento, incluso asoman cierta complicidad. No es fácil nunca
construir diálogos, es necesario que conozcamos muy bien a nuestro personaje
para permitirle hablar y Munro sabe cómo desarrollarlo.
Al final
Nancy nunca ha salido de la Residencia, y todo lo que parecía real estaba solo
en su cabeza. El tiempo quizá sea el auténtico protagonista del cuento. La
realidad se deshace en apenas un par de frases y sume al lector en la
perplejidad. Nos impulsa a releerlo, a volver a buscar como lo ha hecho Nancy
dónde están los visos que nos indiquen que la memoria le falla. Todo parecía
tan real. Y sin embargo solo hemos ido navegando por los recuerdos mezclados de
Nancy. Como si hubiera sido un sueño.
Siento
que es uno de los cuentos que causa más sorpresa de toda la obra. Y que
conmueve por su sencillez y por la empatía que nos provoca. Al fin y al cabo a
todos puede pasarnos lo mismo. Y es por eso que el tema del cuento: El tiempo y
la pérdida de Memoria, se convierta en algo universal a pesar de que la
narración se sitúe en un pequeño pueblo cualquiera de Canadá.
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