NARRADOR
Alwyn Tower pasa unas vacaciones de verano en la casa de
campo de su amiga (y futura cuñada) Alexandra en Chancellet, Francia. Allí conocerá en una breve pero intensa
visita a los Cullen, ricos irlandeses, entregados por razones que iremos
descubriendo a lo largo de la lectura, a una vida nómada, viajera y dispersa.
El Halcón Peregrino es una obra
escrita en primera persona (pág. 27-Contemporánea) aunque esta perspectiva no
podemos catalogarla precisamente de “corta”, ya que el mundo que nos despliega
es sutil, lleno de matices que reverberan a través de las superficialidad. Lo
trivial resulta un espejo sorprendente y profundo. Las descripciones más
banales sobre los objetos o los vestidos, los paseos y jardines que rodean la casa,
la luz acotando las imágenes, son el eco
de las miserias y los secretos de los personajes que desfilan.
Alwyn parece un narrador que en
la vida se presenta como apocado, discreto. Sus reflexiones y juicios nos
acercan un mundo más frágil de lo que parece. No sabemos tampoco mucho sobre
él, sus ojos siempre “observan” lo que le rodea, no es un personaje que se
entregue al lector. Pero por la incisión con la que despliega su mundo, le
sabemos sensible, algo irónico, inteligente.
El mundo de Alwyn se ve sacudido
por los Cullen, por mucho que intente disimularlo, pero es ese encuentro con ellos lo que decide
narrarnos de su propia vida; por lo que los Cullen representan como un teatro,
la rivalidad de celos por un halcón, el enigmático enamoramiento de la señora
Cullen por su marido, un hombre burdo, bebedor, al que a pesar de su dinero y
su empaque, se le puede manipular con dos copas.
“Qué rara es la pulcritud de los
irlandeses”, se dice a si mismo Alwyn, intentando excusar su narración
justificándola con curiosidad. Pero no tardamos en advertir que en realidad,
esa curiosidad es más bien fascinación.
Los Cullen, junto a la mascota
cazadora, Lucy, forman un triángulo extraño, una relación donde los silencios y
los celos se entroncan con el cuidado obsesivo del animal por parte de la
señora Cullen. Un animal que según ella es independiente y no permanece a su
lado más que por que le alimenta y así su existencia se vuelve más simple, no
hay fidelidad en los halcones, sugiere una y otra vez. Y al hablar parece que
su propia desidia y exasperación por el amor, asoma.
Wescott me recuerda en su estilo
a Fitzgerald, sus protagonistas son personajes elegantes y ociosos, sumergidos
sin embargo en un mundo repleto de soledades y rivalidad. También me recuerda a
ese narrador magistral, Henry James, en obras con “Una vuelta de tuerca” o los
“Papeles de Asperm”, donde una primera se convierte en casi un omnisciente,
algo imposible, pero que por su calidad y maestría, le perdonamos. Así Alwyn,
sabe detalles de los Cullen que la narración no justifica. Aunque no nos llega a importar, es
interesante, nos abre el alma de los Cullen, nos enseña el mundo de Jean y Eva,
los criados de Alex, los ataques de celos, las heridas, y es por ello que no lo
tenemos en cuenta.
La obra contiene un narrador
sencillo, culto, cuyas descripciones resultan cruciales para entender parte de
nuestra propia naturaleza, donde la envidia, la tristeza, la ignorancia, la
dejadez, las esperanza de rescatar al ser que amamos nos avoca al perdón. Así
es fácil comprender que no se limita a elaborar una lista de características de
una clase social, la ambición del escritor ha ido más lejos.
Todo gira alrededor de un Halcón
Peregrino, algo novedoso como elemento literario. Una elección arriesgada que
acaba siendo la mejor obra de Wescott.
El Halcón es constantemente
observado por todos a su vez. Los
atributos que la señora Cullen nos muestra y las propias descripciones,
humanizándole, de Alwyn, hacen el resto. Se convierte en protagonista
indiscutible. No deja de ser una contradicción que el animal no sea consciente
de todo eso. Es la simple característica
de su naturaleza la que le hace resaltar. Y puede que haya una intencionalidad
por parte del autor en ello. ¿No será que el mundo es cómo lo imaginamos, con
nuestras esperanzas y desasosiegos, y no lo que vemos?
Parece que la señora Cullen así
lo aprecia. Cuidando de su halcón con perseverancia a pesar de que no sea un
animal fiel, amando a su esposo, a pesar de que sea el hombre más poco adecuado
para ella del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario