domingo, 20 de mayo de 2012

PENSANDO EN EL ESTANQUE.

MICRORRELATO.EL CEREZO El calor escurría por los flecos de la sombrilla aquel Agosto. Salí del estanque rodeada de libélulas revoloteando. Lo pasé en grande. Según me bañaba esparcía agua a lo alto, asustándolas.¡Quiá! No lo conseguí, ni hablar. Parecían retarme con sus alas tornasoladas: -Gracias, mujer, por saciar nuestra sed -parecían decirme. Me sequé. Cogí mi labor consistente en rellenar un muñecote de trapo para una vecinita. En el cenador, las moscas bailaban valses para violín y orquesta.
          Entre mi flequillo mojado, vi el cerezo. Siendo todavía un enano lo compré en el vivero. Con el calor dió el estirón. Un buen día, al mirarlo, no vi un árbol sino una alfombra redonda en lo alto, vestida de verde y lunares rojos, luchando por sobrevivir. Fumigué el pulgón. Al rato, las mejillas de las cerezas brillaban tersas, como si una tormenta de verano las hubiera lavado la cara.

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