Relato breve.-PINTANDO AL NATURAL.-
Puedo asegurar que lo que más me apasiona en mi corta vida, es coger un lápiz, un bloc de hojas apaisadas y bajarme al parque cercano, lejos del grupo de castaños que pueden privarme de la luz natural del sol. Cualquier señora, anciano o niño, caen en mis redes como si de una cámara de video se tratara, ignorantes de mis malignas intenciones de inspeccionar una tras otra, las arrugas de su semblante, rictus de su boca y los movimientos pausados, rápidos o patizambos al pasear o correr.
Por eso, cuando mis padres me propusieron pagarme una clase de pintura, lo primero que hizo mi mente fue almacenar todo tipo de rotuladores, carboncillos, lápices de numeración adecuada y gomas de borrar. Es una pasada ir a un taller de pintura de adultos, porque no creo que haya más gente de catorce años como yo, y menos todavía siendo una chica.
Es mi primer día de clase, sale a abrirme el profesor, me da un beso: Hola, Laurita, ¿tus padres, bien? Es una casa grande, sin lujos, pero elegante. El profesor, que conocí hace unos días, me presenta a cuatro alumnos, chicos y chicas, por supuesto más mayores que yo. Nos sentamos todos en un salón espacioso con pedestales donde reposan bustos de personajes célebres, bodegones de frutas, jarrones, con flores unos, otros, en espera de que nos fijemos en las incrustaciones y tonos multicolores, en sus formas.
De pronto, un diván color salmón queda iluminado con focos laterales y luces diáfanas en el techo. Nadie nos hemos dado cuenta de nuestro entorno, pero allí, una larga bata floreada, de estilo japonés, se desliza con suavidad de seda por el suelo, y una fantástica mujer se tumba poco a poco, completamente desnuda, mientras su melena de rizos pelirrojos, apenas roza la tarima del escenario. Una voz indica que tenemos diez minutos para hacer un esbozo de la modelo. Yo, muy nerviosa, miro la afilada punta del lápiz que comienza a deslizarse temblón, pero pronto lo hace con soltura, trazando unas firmes lineas de la frente despejada, de perfil, el óvalo de su rostro y la curva y redondez de sus labios, con una media sonrisa de ensimismamiento que invita a entornar sus ojos como en un duermevela fascinante. Un hombro se deja caer con lentitud abandonando el brazo y la mano de uñas cortas y cuidadas. El seno derecho, de talla media, casi púber, cae levemente hacia el lado de reposo; la sombra de la anchura del brazo no permite ver con exactitud el vientre terso y,, menos todavía, sus partes íntimas, aunque mi lápiz discurre cada vez más ágil por la pierna larga, estirada, interminable, descansando con un relajo onírico y finalizando el esbozo de ese cuerpo escultural con el pie, de un blanco etéreo de muñeca de China. Miro a la modelo con la sensación de que estoy admirando a una diosa del Olimpo.¡Dios! quedan cuatro minutos, no me puedo entretener. Reanudo mi trabajo con la impresión de que, en lugar de estar pintando su melena, la estoy acariciando o extendiendo un champú con olor a paraiso o a frutos tropicales. Termino de pintar con detenimiento la otra pierna medio doblada, sin apenas notar el lápiz entre mis dedos, ni sentir cansancio por la tensión de un tiempo tan limitado. Se le adivina la rodilla y la parte interior del muslo llenos de sensualidad. Reparo en las pestañas espesas, más oscuras que su pelo tan claro, alargadas y fortalecidas con el rímel y resalto de nuevo con el lápiz sus labios entreabiertos, febriles. Miro con exigencia, advirtiendo fallos, los trazos algo inseguros del dibujo, pero sonrío al verla a ella desperezándose.
Suena una campanilla y la gente estira los brazos, mueven el cuello de un lado a otro, pero yo he quedado muda, petrificada. Dios mío, qué sensación tan extraña al tener tan cerca a esta divinidad. Frunzo las cejas, llevo mis manos a las sienes; ¿seré lesbiana? ¡Que no, Laurita, que nooo. Que a tí te gusta Juanra, el vecino del 2º.
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Club de Escritores.
Finales de Enero 2013. Maribel -Palabras 675
Tornasol
Suena una campanilla y la gente estira los brazos, mueven el cuello de un lado a otro, pero yo he quedado muda, petrificada. Dios mío, qué sensación tan extraña al tener tan cerca a esta divinidad. Frunzo las cejas, llevo mis manos a las sienes; ¿seré lesbiana? ¡Que no, Laurita, que nooo. Que a tí te gusta Juanra, el vecino del 2º.
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Finales de Enero 2013. Maribel -Palabras 675
Tornasol
Yo comento que me hubiera gustado alargarlo más, pero no ha sido posible.
ResponderEliminarNo le hace falta, es muy bueno así...Me ha encantado el final!!!
ResponderEliminarGran trabajo Tornasol.
Críticas, me he quedado estupefacta al descubrir a mi modelo pelirroja dispuesta a posar. Tienes un ARTE que no se pué aguantar para buscar las ilustraciones. Gracias, es una pocholada.
Tornasol