ESTRUCTURA:
Onetti está justo en el envés de
la novela clásica. Con La Vida Breve, el autor huye de las estructuras y voces
tradicionales de la narrativa lineal, compuestas básicamente de principio,
desarrollo y final cerrado y un narrador bien definido. Más bien, esta novela,
se enfrasca en la multiplicidad de los puntos de vista, donde el lector, no
tiene más remedio que imaginar, presentir, presuponer la trama, donde la
“realidad” se diluye y es manipulada, y donde no sabemos qué es lo acaecido, la
verdad.
El montaje de la misma,
superpone historias, dando lugar a varios caminos a elegir; a su vez, la
aproximación de la narración a la historia es parcial, y lo contado, es eso,
contado en saltos temporales, se vuelve algo ambiguo. El lector debe forma parte
activa en la historia, eligiendo qué es real y qué no.
La estructura sería sencilla si
no fuese por estos detalles que comento antes.
Es una novela que consta de dos
partes. Ambas tienen dentro, pequeños capítulos o pasajes breves, a lo sumo son
diez o quince páginas cada uno, donde la
trama se desgrana, sin ser lineal ni en el tiempo ni en la voz del narrador,
desdoblado en múltiples “Alter Egos”.
No hay un YO único, se
desmiembra en Arce, en Brausen, en Díaz Grey (incluso Onetti se representa como
personaje en la novela, Segunda Parte, capítulo quinto: Primera Parte de la Espera) , en la cual, la
continuidad del argumento la adivinamos a través de estos 2yoes” sucesivos, lo
real, lo verdadero, coexiste con lo que presuponemos los lectores, porque en el
fondo, el éxito de La Vida Breve es que es una única historia, pero con mil
variantes y matices.
Es el lector el que debe dar
coherencia al texto y como si fuese un puzzle ir juntando las piezas de la
trama dispersa en los diferentes Brausen.
Unos personajes engendran otros
personajes que se van adentrando en la historia y moldean la ficción constantemente.
Brausen, es el hacedor de la estructura de la novela, cuyo
desdoblamiento en otros personajes crea el mundo de Santa María, recrea Buenos
Aires, diserta sobre Montevideo,
llegando a hacer sentir al lector que todo le pertenece a una única voz sin
embargo.
Al final resulta ser una novela
especial, ya que no se puede hablar de su estructura sin hablar de su narrador,
y el narrador, desdoblado, es mientras que nos cuenta su historia, a través de
otras historias, el que monta la
estructura.
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