Nos acercamos al Solsticio de invierno, que será el próximo 21 de diciembre. Los paganos lo llamamos Yule y es uno de nuestros Sabbat u ocho celebraciones de la Rueda del Año. Los cristianos lo reconvirtieron cambiando unas cosas de aquí y de allá y lo llamaron Navidad pero en realidad es una fiesta, la de Yule o Solsticio de invierno que se remonta a la noche de los tiempos.
En realidad Yule es una palabra que proviene del antiguo anglosajón, géol o géohol, palabras que hacen alusión a una determinada época del año que por alguna razón los antiguos, nuestros ancestros, quisieron marcar con letras rojas en el calendario y celebrarlo de una manera tan intensamente espiritual que no podemos siquiera imaginar. Hoy, la Navidad, a pesar del paso de los años y en estos tiempos de confusión y caos, no ha perdido su espíritu. Éste es aún invocado por muchos y si no lo ha perdido a pesar de estar inmersos en una sociedad consumista y materialista, es por la enigmática, brillante y fuerte carga espiritual que trae desde aquellos tiempos inmemoriales.
Pero ¿a qué época me refiero? ¿Qué días fueron aquellos que nuestros antiguos celebraban con tanto énfasis? ¿Aquellos días a los que asociamos tanta riqueza cultural, simbólica y antropológica? Fueron exactamente 12 días. El Yule o Géoholeran 12 días del calendario. Si bien la palabra Yule se refería a la fecha exacta del Solsticio invernal (21 de diciembre) hacía alusión también a esos misteriosos 12 días que transcurrían desde el 26 de diciembre hasta el 6 de enero (día que en toda la Cristiandad se conoce como Epifanía o la Noche de los Reyes Magos).
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