“Bueno, vamos a ver esos ojos. El ciego los abrió mucho, como para facilitar el examen, pero el medico lo cogió por el brazo y lo coloco detrás de un aparato que alguien con imaginación tomaría por un nuevo modelo de confesionario en el que los ojos hubieran sustituido a las palabras, con el confesor mirando directamente el interior del alma del pecador.”
Saramago
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