miércoles, 25 de marzo de 2015

La librería

A través del cristal observé el interior. Estaban cerrando las últimas cajas. Todo parecía más pequeño y las estanterías, vacías, tenían un aire de reproche.
Había pasado muchas horas allí dentro, tantas que por unos instantes me vi deambular morosamente por los pasillos, detenerme ante los expositores, coger con mimo aquí un volumen, allá otro, valorar cada contraportada, atento al consejo experto de Jonatan, Carmen o Jorge.
Entre aquellas paredes, ahora desnudas, quedaban los correteos por Dublín con el enamorado Leopoldo Bloom, las singladuras a bordo de la Hispaniola, bajo la siniestra mirada de John Silver “el Largo”, las reuniones de amigos en el taller corrigiendo relatos que siempre necesitan una corrección más. Tanto tiempo, tantos amigos, tantas historias.
Quedaban muy pocas. Aquellos espacios de recogimiento, de devoción, de complicidad, de fetichismo, iban desapareciendo uno a uno, como templos de una religión olvidada.
Con esfuerzo conseguí apartarme de la vitrina, al tiempo que aceptaba que habría otras librerías. Posiblemente sí, pero ya ninguna sería mi librería.


In memoriam de El Tranvía

13 comentarios:

  1. Hispaniola, coincido tanto contigo... muchas, muchas horas. Yo sólo habría cambiado en tu texto que: "con los correteos inseguros de Tornasol, diciendo despistado que qué había mandado la profe para el próximo día" Muy emotivo y bello.
    Tornasol.

    ResponderEliminar
  2. Que pena, verdad? Se convertirá en un Mango. O en una tienda de telefonía.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Se conventirá en aquello que sea un negocio, un negocio que aporte dinero. Poderoso Don Dinero. Los libros no sólo aportan dinero, no, eso es lo menos importante pero eso alguien lo ha olvidado o ni siquiera lo ha conocido.

    ResponderEliminar
  5. Tristeza, mucha tristeza, tantos momentos especiales allí que he vivido yo también.

    ResponderEliminar
  6. No hay que ser pesimistas. Desde ahora cogeremos el metro.

    ResponderEliminar
  7. Gracias, Tornasol, por tu nota de humor.

    ResponderEliminar
  8. Cuantos recuerdos!!!! Todos buenos, inmejorables. Me traeis las imagenes de aquellos dias de otra vida, mi otra vida. Pero vosotros seguis y yo os sigo desde el trópico, es que este clima...que galbana! prometo volver, os lo prometo.

    ResponderEliminar
  9. Hola Palimpsestos, qué alegría saber de ti.
    Ojalá todo te esté yendo bien. Prométenos que si vuelves, aunque sea por pocos días, tomemos todos un café contigo.
    Abrazo enorme.

    ResponderEliminar
  10. Claro, no me extraña que con esos grados que teneis por las noches, estés un poco vaguilla, quien los pillara, con lo friolera que soy yo. Me da mucha alegría leerte y también nostalgia de aquellos días en los que tanto aprendimos y también echábamos unas risas de vez en cuando. A pesar de algunas cosillas, casi todo fue muy bonito y leíamos una barbaridad. Yo sí que soy vaga para leer. Ni Aurora ni Paco, que me lo dicen muy en serio, me entran en vereda. Ya sabes, lo mío es escribir cositas cortas, "chorraditas" de esas, aunque me lo paso divinamente, pero con mi nieto es como mejor me lo paso. ¿qué tal los tuyos? Preciosos, supongo. Como dice Isabel, tenemos muchas ganas de verte y tomar lo que sea contigo. Abrazos, besos, abrazos, besos.
    Maribel

    ResponderEliminar
  11. Hola, Palimp, no he visto tu comentario hasta hoy, porque he estado una semana sin ordenador. Me encanta saber de ti, aunque sea por noticias luctuosas como esta. Espero que pronto puedas cumplir tu promesa. Un gran abrazo.

    ResponderEliminar