Todo empezó en marzo porque no había sillas bastantes. Sí, es verdad, parece un título de aquéllos largos y un poco humorísticos de Mihura o Tono. En el guateque había pocas sillas, entre otras cosas porque es paradójico que a un sitio donde vulgarmente se va a bailar, se lleven muchos asientos, pero aquel chico, que se limitaba a hacer caso de la dueña del piso, para más señas, 4º B, le habían mandado a casa de la vecina a por sillas y él, con 18 años de los de antes, fue y las pidió con las consiguientes disculpas y miramientos. ¡Quien le iba a decir que la mujer tan solícita que le prestó sus tapizadas sillas, cinco años más tarde sería su suegra!
-¡Qué guapa eres, Rosi! ¿Ese que bailaba contigo ha sido tu novio, por casualidad? Ya, pero parece que bailabais muy amigados. ¿Qué años tienes? Con 17 años y esa cara, ¿todavía no has salido con ningún chico? ¿Tan jovencita, y ya estás trabajando de secretaria, en el despacho de un abogado? ¿Te importa que te vaya a buscar mañana al trabajo? Anda, dime la calle y el número. Acribilló a preguntas a la muchacha, pero, como Jaimito en sus chistes, se salió con la suya, consiguió las señas y a las ocho y media de la tarde, allí estaba como un clavo en la calle Castelló. Llovía serenamente y el muchacho se había empapado porque, por su impaciencia, se presentó media hora antes. Ella bajó los tres escaloncitos del portal, risueña, flamante, y sin mirar al suelo, sonreía cruzando la calle y dirigiéndose con el paraguas abierto, al portal donde él la esperaba. -Hoy mi jefe no se cansaba de dictarme cartas. Encima, las he tenido que pasar a máquina y leérselas y se ha empeñado en que quitara del final la frase de: "atento, seguro, servidor"
Se pasaron todo el camino hasta llegar a casa de ella, hablando del guateque del día anterior; de lo bonita que era la canción titulada Ansiedad, que estaba haciendo un mes de marzo lluvioso y ventoso; La chica le dijo que qué le parecieron sus dos tías y una prima del pueblo que les acompañó. Y el chico le contestó que después de cantar la Salve, al final, vio que ella sería como una reina de las de los cuentos Era un ocho de marzo, Los chicos se empezaron a reir con todas sus fuerzas porque él, mientras bailaba, vio que las tías y prima del pueblo de la chica se acomodaban con tranquilidad, en las sillas tapizadas para servir de cesta o comparsa, y atisbar todo lo que perpetraban las parejas en aquel piso 4º B danzando, rematadamente mal, el "A media luz"
Tornasol
Tiene algo especial este relatito Tornasol, acaso la dulzura con la que ha sido escrito.
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