-Casi estamos a mitades de agosto, susurra madre, hombre, yo creo a octubre llegamos. Si el calor lo permite. Escalones y portales vacíos, las sombras tan raquíticas. Daría lo que fuera por una tarde de lluvia, una nube en la ventana, por un reflejo de algodón. Moja el pañuelo en la fuente, hombre hija, yo creo que a octubre llegamos. Tejas encendidas, árboles petrificados, los pájaros aun no se van. Dale la vuelta al colchón entonces, camina descalza por la cocina, deja correr el agua del grifo. A tu primo le falta un verano, y es el primero que la abuela ya no está. Hombre, yo creo que a octubre llegamos, tenemos la terraza de enfrente y el parque no se ha amilanado, ojalá una tormenta, una sola, una suerte en el azul; cómprate un helado, rebusca en la nevera, pronto las lilas de septiembre, ya vendrán, madre se arregla el flequillo y sonríe, hombre hija, que a octubre llegamos.
De Isabel Simón.
Hombre, hija, yo creo que a octubre llegamos. ¿Qué iba a hacer el hombre marrón del Ajenjo sin estos cinco locos llenos de risas y de sueños. Sí, hija, sí, quiera Dios que lleguemos a Octubre. Muy bueno, Isa.
ResponderEliminarTornasol.
Llegamos, llegamos.
ResponderEliminarLlegamos, llegamos.
ResponderEliminarHola, sí yo también...qué ganas de ver ya la lluvia.
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