¡Lo digo yo! Porque en Madrid, a finales del verano, sus jardines y sus chicas todavía están de gala. Los enamorados y los gorriones se dan el piquito con más pasión que en ningún otro sitio. Las gotas de lluvia -porque también llueve aquí-, son bicolor y transparentes, y no mojan, te acarician. Y si vas al Retiro ya ni te cuento, hasta barquilleros he descubierto este año cerca del lago y un libro de Cunqueiro en un banco de piedra soleado. La crisis (porque la hay como en todas partes) se disfrazará de Nube en Carnaval, o se irá volando con el viento de otros septiembres. ¿Conocen a los niños de Madrid? ¿Han visto algún semblante infantil comparable? Yo conozco a uno que ni siquiera el Niño Jesús en el pesebre era tan hermoso. Los muchachos de la capital y alrededores todavía dicen piropos a las damas, tan sutiles y delicados, que semejan poemas de Neruda. Los semblantes de las señoras de mediana edad, recobran el color anaranjado del arcoiris y alguna auténtica y más castiza, pisa con garbo como la florista por la calle de Alcalá. ¡¡Ole que sí!!
Tornasol
Vaya Tornasol que te has puesto chulaza, dí que sí...
ResponderEliminar