"Baudelaire, ciertamente, trataba de escandalizar y provocar, pero su timidez y su miedo le impidieron llevar las cosas más adelante. No obstante, tantos sus desplantes rebeldes y sus temores, como su fascinación y su horror ante el mal formaban parte, de su compleja personalidad. De ahí la sinceridad que impregna las páginas de Las Flores del Mal por encima de todo divertimento y de todo reto técnico. Hay que creer a Baudelaire cuando en 1866 escribió a Ancelle lo siguiente: ¿Necesitaré decirle a usted, que tampoco lo adivinó, que he puesto en este libro atroz todo mi corazón, toda mi ternura, toda mi religión (disfrazada), todo mi odio? Desde luego, escribiré lo contrario, juraré por mis grandes dioses que es un libro de Arte puro,de parodias,de juglaría y mentiré como un sacamuelas..."
-De López Castellón.
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