-"Y, sin embargo, esta arbitrariedad impredecible de la vida, hija de la casualidad y del capricho, es la que paradójicamente presta a lo humano su torso más reconocible y más seductor. Sabemos que vamos a morirnos pero no sabemos cuándo, como aquellas obligaciones condicionales que los romanistas denominaban certus an, incertum quando. No es que ignoremos el cuando, es que ni siquiera está escrito y permanece a expensas de imponderables como enfermedades y accidentes. Esta bendita incertidumbre sobre la propia muerte deja abiertas muchas posibilidades al hombre y le permite vivir la vida como una aventura de imprevisibles resultados introduciendo así una lujosa complejidad en la existencia humana,que, sin embargo, se empobrecería si fuera totalmente calculable y los acontecimientos siguiera siempre el curso establecido. Además el azar proporciona al bocado de la vida ese punto picante y ese toque casual que excita nuestro deseo. La Fortuna, con sus excentricidades de dama consentida, pone lo nuestro en permanente peligro y queremos lo que poseemos porque está amenazado y tememos perderlo..."
-J. GOMÁ LANZON.
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