...."De improviso, salieron del cielo unos nubarrones raros. El más grande, vestido de negro y con anchas hombreras, se aproximaba con sigilo y mirada penetrante hacia las flores. En medio de aquel misterio, su Majestad, Doña Orquidea, que según había leído es la más bella y la más exótica de las flores, se manifestó y dijo:
-¡¡Escondeos todas!! Eso que parece un nubarrón, es un "pirómano" disfrazado y debeis ocultaros deprisa, dentro de la tierra como podais.
Cualquiera se hubiese asustado. Yo me pregunté: ¿no será por casualidad uno que está "pirao"? Pero luego me enteré que no tenía nada que ver una palabra con la otra. Su Majestad La Orquidea ordenó de nuevo a las flores:
-¡¡Corred, deprisa!! ¿no veis los árboles? sobre todo los pinos con tantos piñones. Se han escondido nada más oirme. Los tiene mucha manía y cuando ve una hermosa arboleda estira sus potentes brazos como relámpagos y arrasa muchas hectáreas de bosques, de campos, de parques, y hasta de viveros, convirtiéndolos en fuego. Las llamas son imparables. Todo el hermoso paisaje queda triste y desolado y tarda por lo menos cincuenta años en salir de nuevo los árboles.
Por suerte, los nubarrones y el de las hombreras desaparecieron, aunque yo seguí un rato pensativo: "Un pirómano también tendrá que ser un pirao, o sea, uno que está chaveta porque nadie en su sano juicio haría una locura semejante..." (continuará)
Tornasol
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