Al fin vienes hoy y me abrazas al cabo de algunos meses, con tus manos heladas, moldeándome como el escultor al barro. He sufrido todo este tiempo sin tenerte, viéndote coger a otra más estilizada que yo, pero también, te lo aseguro, más fría, de cristal. Hoy te veo distinto, has cambiado de imagen con tu jersey cuello de cisne y la chaqueta de espiguilla, frotándote las manos mientras te quitas los guantes. ¡Qué ilusión! vienes directo a abrazarme, como si justo ayer hubiese paladeado junto a tí, sorbo a sorbo, este roce sensual de tus labios que abrasan cuando bebes. Ese fuego en tu garganta, agradable sensación.
Anda, no me dejes aún; consume hasta la última gota de mí. No fumes todavía, maldito vicio que nos distancia aunque sólo sean dos metros. Es preferible que ese humo envenenado del cigarrillo se mezcle con la escarcha de la mañana en la entrada de la cafetería. Dichosa humedad, dichoso trabajo casi al alba que te aparta de mi cobijo caliente. Luego volverás para que te reconforte de nuevo, mientras la lluvia tarareará nuestra canción de bienvenida y el vaho de los cristales disimulará mi rabia por el abandono de los pasados meses de calor. No sufras, no me he roto en mil pedazos, sigo con mis flores pequeñas pintadas y mi blancura de porcelana. Te esperaré otro día con el chocolate caliente, espeso, como debe ser, como requiere la época. Yo estaré limpia, blanca, cerca de un árbol de brillos con tu café capuchino que conservaré hirviendo y mis humos de siempre, pero amándote. TORNASOL
Anda, no me dejes aún; consume hasta la última gota de mí. No fumes todavía, maldito vicio que nos distancia aunque sólo sean dos metros. Es preferible que ese humo envenenado del cigarrillo se mezcle con la escarcha de la mañana en la entrada de la cafetería. Dichosa humedad, dichoso trabajo casi al alba que te aparta de mi cobijo caliente. Luego volverás para que te reconforte de nuevo, mientras la lluvia tarareará nuestra canción de bienvenida y el vaho de los cristales disimulará mi rabia por el abandono de los pasados meses de calor. No sufras, no me he roto en mil pedazos, sigo con mis flores pequeñas pintadas y mi blancura de porcelana. Te esperaré otro día con el chocolate caliente, espeso, como debe ser, como requiere la época. Yo estaré limpia, blanca, cerca de un árbol de brillos con tu café capuchino que conservaré hirviendo y mis humos de siempre, pero amándote. TORNASOL
Lo dicho, funcionas mejor cuando te sueltas la melena. La fibromialgia te estropeará muchas cosas pero no la entrega y la ilusión, dos elementos imprescindibles para escribir. Próxima estación:concurso. Beso!
ResponderEliminarcriticaslocas
panzas, ¡Esto es super cool!
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