"¿Quién cabalga tan tarde en la noche y el viento?
Es el padre con su hijo.
El hombre estrecha en sus brazos al niño
le da calor, lo protege.
-Hijo mío, ¿por qué ocultas, temeroso, la cara?
-Padre, ¿no ves al Rey de los Alisos? El Rey
de los Alisos con su corona y su cola...
-hijo mío, es una estela de la bruma.
-!Querido niño, ven, alejémonos juntos!
!Jugaré contigo a tan bonitos juegos!
!TTanta flores colorean la orilla del río!
Y mi madre tien hermosas ropas de oro.
-Padre mío, padre mío, ¿es que no oyes
lo que el Re de los Alisos me promete en voz baja?
-Calma, tranquilízate, hijo mío,
es el ruido del viento en las hojas secas.
-¿Quieres, dulce muchachito, venir conmigo?
Mis hijas se ocuparán amablemente de ti.
Ellas son las que formas los corros nocturnos,
te acunarán con sus bailes y cantos.
-Padre, padre, ¿no ves cómo bailan
las hijas del Rey de los Alisos entre las sombras?
-Hijo mío, hijo mío, claro que lo veo,
y esas sombras grises son unos viejos saúcos.
-!Te amo, me tienta tu bello cuerpo,
si no consientes, te obligaré por fuerza!
-!Padre, padre, se apodera de mí!
!El Rey de los Alisos me está haciendo daño!
El padre se estremece, espolea el caballo,
aprieta contra su pecho al niño que gime.
Tras grandes esfuerzos, llega a la granja.
Y en sus brazos el niño ya está muerto."
De Goethe, "El Rey de los Alisos"
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