TODOS LOS SANTOS.- Anteayer fui al cementerio. Todavía era octubre, pero quería ser la primera en visitarte y lo conseguí. Deseaba que mis flores fuesen más frescas que las de tus vecinos, ajadas y secas. Limpié el busto de Santa Gema y, con ello, logré dar luz a todas las imágenes de alrededor. Sobre todo, el trocito de tu habitación que pillaba justo enfrente de la sierra, se iluminó con un brillo especial. como si tu sonrisa no se hubiera oscurecido jamás y tus ojos no hubiesen perdido la alegría de siempre. Tus cortos cabellos también se dulcificaron y, ocultaron las canas, volviendo a ser castaños como en otros tiempos. Sé que te alegraste al verme y que me convertiste en niña corriendo por el pasillo para no comer la verdura. Al final, con tu paciencia, me convencías.
He dado un beso al frío mármol y he deslizado ni mano para acariciarte.
-Te prometo no tardar tanto la próxima vez.
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Tornasol
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