Para leer con:
Chopin - "Vals del Minuto"
Algunas tardes de estío allá, en
la Casa Grande ocurría algo horrible: había “Visita”. El fenómeno acontecía a media
tarde y era mortal. De nada servían miradas suplicantes o gestos solicitando
clemencia: ¡Adiós bicicleta! Sin remedio alguno tocaba merendar en silla de
respaldo alto, permanecer tieso y apoyar las dos manos sobre la mesa. Había que
estar callado y responder exclusivamente con un ”si”, “bien”, “no” a las preguntas
de siempre. Además la Visita, en muchas ocasiones, llevaba consigo la puesta en
escena de las virtudes musicales que, según todos, adornaban a mi tía Lucia. La demostración siempre se me antojó eterna y
venía a terminar todas, todas las veces con el de tour de force que es este algo más de minuto y medio de sonido…
de sonido de un piano enloquecido.
Quede claro que Chopin no tenía
culpa de nada.
Son episodios muy tiernos y reales que, enlazados con la música de Chopin o de cualquiera de esos compositores mágicos, resultan verdaderamente bellos.
ResponderEliminarLa Visita...qué gran visión Peter.
ResponderEliminarEn mi casa todavía recibimos unas cuantas.
Son terroríficas, afirmo.
ResponderEliminarAfortunadamente, el visitador, que no visitante, profesional, es una especie en extinción. Al menos, en la gran ciudad.
ResponderEliminarAfortunadamente, el visitador, que no visitante, profesional, es una especie en extinción. Al menos, en la gran ciudad.
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