Para leer con:
Chopin - "Vals del Minuto"
Algunas tardes de estío allá, en
la Casa Grande ocurría algo horrible: había “Visita”. El fenómeno acontecía a media
tarde y era mortal. De nada servían miradas suplicantes o gestos solicitando
clemencia: ¡Adiós bicicleta! Sin remedio alguno tocaba merendar en silla de
respaldo alto, permanecer tieso y apoyar las dos manos sobre la mesa. Había que
estar callado y responder exclusivamente con un ”si”, “bien”, “no” a las preguntas
de siempre. Además la Visita, en muchas ocasiones, llevaba consigo la puesta en
escena de las virtudes musicales que, según todos, adornaban a mi tía Lucia. La demostración siempre se me antojó eterna y
venía a terminar todas, todas las veces con el de tour de force que es este algo más de minuto y medio de sonido…
de sonido de un piano enloquecido.
Quede claro que Chopin no tenía
culpa de nada.