CUESTA DE ENERO
¿Alguien se acuerda de la famosa Cuesta de Enero? Los que se acuerdan, también recuerdan la de diciembre, la de noviembre, la de octubre, la de los otros ocho meses más... pero hoy en el Ajenjo, nadie nos fatigábamos en esa cuesta. Hemos tomado las mismas consumiciones ricas de siempre, también obsequios y, sobre todo, risas. Risas sanas, sin hablar de famosillos, de políticos, de la luz tan nefasta que hay en nuestro bar de reuniones, ni del soporte con las servilletas que casi siempre brilla por su ausencia. Sólo leemos y hablamos de una cosa un tanto olvidada que es la LITERATURA. A todos nos ha gustado el libro de relatos que le ha parecido bien que lo comentemos. ¡Hay que ver Aurora cómo has disfrutado! Se te veía pletórica de regreso de tu viaje tan apasionante. Pon enseguida las fotos en un blog porque seguro que lo merecen. Ja, ja, ja, qué bonito el señor de las pantuflas con la jaula y el loro. Son cuadernos especiales con asa de cabás, como cuando íbamos al cole; bueno, Paco, ¿y a ti qué te ocurría? Te reías como nunca, ¿es que te ha hablado tu mujer tan cariñosa como cuando habla a las plantas? Claro, ya me explico; Mira, Isa, no me digas que has engordado después de la Navidad. Estabas guapísima. Eso es el abrigo, que te llovió un día encima y ha encogido. Además, No problem, se acabaron el turrón y los polvorones, qué lata, tengo un mono. Araceli, no estés triste. Al señor del cuadro píntale una verruga bien gorda y un diente negro como te ha dicho Isabel y sácale la lengua cuando vuelvas del trabajo, verás como se espabila. Otra tarde feliz que hay que arañar para que duren muchos años y podamos celebrar esta CUESTA DE ENERO que para nosotros no es tal. Pidamos por que no lo sea para nadie.
Tornasol