El narrador.- Es el protagonista principal. Se trata de un muchacho de unos 15 años, alumno del último curso (60-61) de un colegio de élite americano, en el que ha ingresado con una beca. Su familia es de origen judío, aunque su
educación y religión son cristianas. Su madre murió hace años. Su padre es cariñoso, pero el narrador se avergüenza de él y le considera un fracasado. Oculta su ascendencia judía en el colegio, incluso a su compañero de cuarto, que es judío a todos los efectos, así como su nivel social y económico, muy inferior al de sus compañeros.
Es aficionado a la literatura, forma parte del equipo de la revista literaria del colegio. Siente una enorme admiración por los escritores; en realidad está deslumbrado por ellos y por la LITERATURA. De forma inconsciente piensa que la literatura le pondrá por encima de sus complejos y frustraciones, le hará ser admirado, respetado, incluso temido. Su escritor favorito es Hemingway y él, en sus relatos, a veces fantásticos, trata de aparecer como los heroicos protagonistas de los cuentos de aquél.
Es acomodaticio; no le importa disimular sus opiniones con tal de no enfrentarse con los compañeros a los que respeta. Moralmente, es relativista y ambiguo: “la propia virtud es cuestión de segundos”. No tiene inconveniente en recibir un premio que no ha ganado, en lugar del compañero que sí lo ha hecho. Siente envidia de los éxitos ajenos.
La lectura de El manantial, de Ayn Rand, le conmociona con todos los recursos de best seller y de filosofía individualista que contiene (el superhombre). Esta fascinación desaparece cuando conoce a la autora y ésta le muestra su desprecio. El encuentro con Rand le hace tomar partido en favor de la literatura que refleja las heridas y el fracaso de los seres humanos, como la de Hemingway, al que desde ese momento admira aún más, sobre todo cuando comprende que H. permite al lector confundirlo con el personaje y por tanto juzgarlo (esto es capital en un libro en buena parte autobiográfico).
Su deseo de ponerse en el lugar de H. le hace empezar a transcribir sus obras, tratando de experimentar lo que se siente al escribir algo bueno. Al tiempo sigue escribiendo relatos cuyo objeto es aparentar que su propia vida es distinta de lo que es en realidad, hasta que descubre por casualidad un cuento escrito por una chica de otro colegio, premiado años atrás, y decide presentarlo como propio al concurso convocado para la visita de H. Ve reflejada en ese relato la situación de apariencia y falsedad de su propia vida en el colegio y se identifica de tal manera con el punto de vista de la autora que actúa como si creyera sinceramente que el relato es suyo. Se comporta como si el hecho de asumir como propia la hipocresía del protagonista, exponiéndose así al juicio negativo de sus lectores (sus compañeros y el propio H.), tuviera el efecto liberador de una confesión y le eximiera de responsabilidad por todas sus simulaciones y por apropiarse del relato.
El relato es elegido por H., pero antes de que éste visite el colegio el plagio se descubre. El primer sorprendido es él, que parece no comprender de qué se le acusa. Es expulsado y pierde una beca para la universidad. No vuelve a casa con su padre, busca trabajo y va dando tumbos de acá para allá, se alista y marcha a Vietnam. Más tarde irá a la universidad y seguirá una vida más o menos convencional, dedicándose a la literatura.
Cuatro años después de su expulsión (en 1965) se cita con la autora del relato, que le da a entender que tomó el plagio como una broma, dirigida sobre todo a H. El no la saca de su error. Ella he dejado de escribir porque piensa que la literatura aísla y vuelve egoístas a los escritores; en ese momento está estudiando medicina. El no opina así (más adelante cambiará de opinión) y achaca las opiniones de ella a problemas con los hombres.
En 1969 recibe una invitación del colegio como escritor, pero la rechaza dando una excusa. En realidad su rechazo se debe a su inseguridad sobre sus auténticos méritos. No le importa pasar por presuntuoso o cobarde y renunciar al placer de ser recibido como el hijo pródigo por miedo a sentirse un impostor. Un año después se encuentra con uno de sus profesores que le contará una historia relacionada con su expulsión y con el decano, el Sr. Makepeace. Esta vez terminará aceptando la invitación para visitar el colegio.
El decano.- Es el Sr. Makepeace, alto, imponente con su bastón y sus ojos azules, respetado y temido por los alumnos. Herido en la I Guerra Mundial, llegó al colegio en 1930 y ha ejercido como profesor de literatura y decano. Es soltero. Amigo del Sr. Ramsey, al que ayuda y cuida como un padre cuando éste es abandonado por su mujer.
Por una serie de circunstancias se extiende en el colegio la creencia de que es amigo de H., al que supuestamente conoció en la guerra, cuando lo cierto es que no le ha visto en su vida. El no corta de raíz esa creencia desde un principio, dando a entender con su silencio que es cierta y llega un momento en que es demasiado tarde para aclarar las cosas sin quedar como un farsante. Aunque él nunca ha formulado ninguna afirmación directa en tal sentido, el convencimiento en el colegio es general, de forma que cuando se anuncia por el director la visita de H. al colegio es inevitable la conclusión de que ello se debe a su influencia con el escritor. Atormentado por los remordimientos y por el inminente ridículo, y justo cuando acaba de recibir el encargo de expulsar al narrador y plagiario, dimite de su puesto tras confesárselo todo al director.
Se va a vivir con su hermana, con la que compartió una infancia desdichada, y tras un año sin encontrar trabajo, pide la readmisión en el colegio. El director accede y vuelve como profesor, ya no como decano, bajo la condición de que no trate de aclarar el embrollo de H. Al ser recibido de nuevo en el colegio se sentirá, pese a su edad, como el hijo pródigo de vuelta a casa. Muere en 1967, a los 69 años de edad, habiendo contraído matrimonio poco antes con una de las secretarias del colegio.
educación y religión son cristianas. Su madre murió hace años. Su padre es cariñoso, pero el narrador se avergüenza de él y le considera un fracasado. Oculta su ascendencia judía en el colegio, incluso a su compañero de cuarto, que es judío a todos los efectos, así como su nivel social y económico, muy inferior al de sus compañeros.
Es aficionado a la literatura, forma parte del equipo de la revista literaria del colegio. Siente una enorme admiración por los escritores; en realidad está deslumbrado por ellos y por la LITERATURA. De forma inconsciente piensa que la literatura le pondrá por encima de sus complejos y frustraciones, le hará ser admirado, respetado, incluso temido. Su escritor favorito es Hemingway y él, en sus relatos, a veces fantásticos, trata de aparecer como los heroicos protagonistas de los cuentos de aquél.
Es acomodaticio; no le importa disimular sus opiniones con tal de no enfrentarse con los compañeros a los que respeta. Moralmente, es relativista y ambiguo: “la propia virtud es cuestión de segundos”. No tiene inconveniente en recibir un premio que no ha ganado, en lugar del compañero que sí lo ha hecho. Siente envidia de los éxitos ajenos.
La lectura de El manantial, de Ayn Rand, le conmociona con todos los recursos de best seller y de filosofía individualista que contiene (el superhombre). Esta fascinación desaparece cuando conoce a la autora y ésta le muestra su desprecio. El encuentro con Rand le hace tomar partido en favor de la literatura que refleja las heridas y el fracaso de los seres humanos, como la de Hemingway, al que desde ese momento admira aún más, sobre todo cuando comprende que H. permite al lector confundirlo con el personaje y por tanto juzgarlo (esto es capital en un libro en buena parte autobiográfico).
Su deseo de ponerse en el lugar de H. le hace empezar a transcribir sus obras, tratando de experimentar lo que se siente al escribir algo bueno. Al tiempo sigue escribiendo relatos cuyo objeto es aparentar que su propia vida es distinta de lo que es en realidad, hasta que descubre por casualidad un cuento escrito por una chica de otro colegio, premiado años atrás, y decide presentarlo como propio al concurso convocado para la visita de H. Ve reflejada en ese relato la situación de apariencia y falsedad de su propia vida en el colegio y se identifica de tal manera con el punto de vista de la autora que actúa como si creyera sinceramente que el relato es suyo. Se comporta como si el hecho de asumir como propia la hipocresía del protagonista, exponiéndose así al juicio negativo de sus lectores (sus compañeros y el propio H.), tuviera el efecto liberador de una confesión y le eximiera de responsabilidad por todas sus simulaciones y por apropiarse del relato.
El relato es elegido por H., pero antes de que éste visite el colegio el plagio se descubre. El primer sorprendido es él, que parece no comprender de qué se le acusa. Es expulsado y pierde una beca para la universidad. No vuelve a casa con su padre, busca trabajo y va dando tumbos de acá para allá, se alista y marcha a Vietnam. Más tarde irá a la universidad y seguirá una vida más o menos convencional, dedicándose a la literatura.
Cuatro años después de su expulsión (en 1965) se cita con la autora del relato, que le da a entender que tomó el plagio como una broma, dirigida sobre todo a H. El no la saca de su error. Ella he dejado de escribir porque piensa que la literatura aísla y vuelve egoístas a los escritores; en ese momento está estudiando medicina. El no opina así (más adelante cambiará de opinión) y achaca las opiniones de ella a problemas con los hombres.
En 1969 recibe una invitación del colegio como escritor, pero la rechaza dando una excusa. En realidad su rechazo se debe a su inseguridad sobre sus auténticos méritos. No le importa pasar por presuntuoso o cobarde y renunciar al placer de ser recibido como el hijo pródigo por miedo a sentirse un impostor. Un año después se encuentra con uno de sus profesores que le contará una historia relacionada con su expulsión y con el decano, el Sr. Makepeace. Esta vez terminará aceptando la invitación para visitar el colegio.
El decano.- Es el Sr. Makepeace, alto, imponente con su bastón y sus ojos azules, respetado y temido por los alumnos. Herido en la I Guerra Mundial, llegó al colegio en 1930 y ha ejercido como profesor de literatura y decano. Es soltero. Amigo del Sr. Ramsey, al que ayuda y cuida como un padre cuando éste es abandonado por su mujer.
Por una serie de circunstancias se extiende en el colegio la creencia de que es amigo de H., al que supuestamente conoció en la guerra, cuando lo cierto es que no le ha visto en su vida. El no corta de raíz esa creencia desde un principio, dando a entender con su silencio que es cierta y llega un momento en que es demasiado tarde para aclarar las cosas sin quedar como un farsante. Aunque él nunca ha formulado ninguna afirmación directa en tal sentido, el convencimiento en el colegio es general, de forma que cuando se anuncia por el director la visita de H. al colegio es inevitable la conclusión de que ello se debe a su influencia con el escritor. Atormentado por los remordimientos y por el inminente ridículo, y justo cuando acaba de recibir el encargo de expulsar al narrador y plagiario, dimite de su puesto tras confesárselo todo al director.
Se va a vivir con su hermana, con la que compartió una infancia desdichada, y tras un año sin encontrar trabajo, pide la readmisión en el colegio. El director accede y vuelve como profesor, ya no como decano, bajo la condición de que no trate de aclarar el embrollo de H. Al ser recibido de nuevo en el colegio se sentirá, pese a su edad, como el hijo pródigo de vuelta a casa. Muere en 1967, a los 69 años de edad, habiendo contraído matrimonio poco antes con una de las secretarias del colegio.
Hola Hispaniola, me alegra verte por aquí.
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