Tierno Cumpleaños.- ¡Hola, grandullón! ¡¡Muchas Felicidades!! ¿Que cuántas veces te lo voy a decir? Bueno, y qué. Siempre que pase por el vestíbulo y te mire te lo diré hasta aburrirte. Venga, no me distraigas. Te paso un paño con Cristasol sin rozar la capa y la chistera y me voy a ordenar las otras habitaciones: el mismo cantar. Si no quitas el polvo y los trastos a diario, la casa parece una pocilga.
Afuera, noviembre desvistiéndose, los barrenderos jugando con los ocres y amarillos, autobuses llenos de niños con legañas, señoras que sacuden la gamuza por el balcón. Y María,¿tiene tiempo de contemplar su imagen en el espejo garabateado del vestíbulo? Sí, sí, aunque esté sin peinar y con la bata de boatiné. ¿Para qué arreglarse? Nadie extraño la verá hoy y ella sólo advertirá la capa y la chistera que pintó el año pasado en el espejo un otoño como éste, desabrido, solitario, sin oir siquiera las coplillas que entona el viento del patio de vecinos. Tenderá la ropa, sacudirá el mantel con las migas de anoche e, irremediablemente, otra vez se pasará por el vestíbulo y cuchicheará de nuevo con la capa y la chistera. Se hará la ilusión de que su hijo sigue vestido de ilusionista, de mago, mientras por arte de birbibirloque saca la palomita blanca y la sonríe. Ella y su marido la vieron volar el día de su debut. Estaba tan apuesto con esa vestimenta, y ya sabía muchos trucos para ser tan joven.
Comienzan a silbar entre las rendijas de los balcones los húmedos aires del norte. Unas gotas pequeñas y rápidas se estampan contra la, bruscamente abierta, ventana del pasillo próxima al hall. María la cierra, asegurándose que la lluvia no ha borrado el jeroglífico del espejo. ¡Ya está! dichosa corriente, casi rompe los visillos, menos mal que ese dibujo no se va ni restregándolo con cepillo de raiz. Lo pinté con pinturas imborrables. La silueta quedó perfecta.
¡¡¡Felicidades, mi amor!!! Hoy es tu cumpleaños y quiero que luzcas tus mejores galas. Ahora vendrá papá para brindar. Le he mandado a por champán. Él se marchó el día del accidente, pero por un momento, haremos como que no nos acordamos. Brindaremos los tres juntos como siempre. (Nvbre. 2011)
Afuera, noviembre desvistiéndose, los barrenderos jugando con los ocres y amarillos, autobuses llenos de niños con legañas, señoras que sacuden la gamuza por el balcón. Y María,¿tiene tiempo de contemplar su imagen en el espejo garabateado del vestíbulo? Sí, sí, aunque esté sin peinar y con la bata de boatiné. ¿Para qué arreglarse? Nadie extraño la verá hoy y ella sólo advertirá la capa y la chistera que pintó el año pasado en el espejo un otoño como éste, desabrido, solitario, sin oir siquiera las coplillas que entona el viento del patio de vecinos. Tenderá la ropa, sacudirá el mantel con las migas de anoche e, irremediablemente, otra vez se pasará por el vestíbulo y cuchicheará de nuevo con la capa y la chistera. Se hará la ilusión de que su hijo sigue vestido de ilusionista, de mago, mientras por arte de birbibirloque saca la palomita blanca y la sonríe. Ella y su marido la vieron volar el día de su debut. Estaba tan apuesto con esa vestimenta, y ya sabía muchos trucos para ser tan joven.
Comienzan a silbar entre las rendijas de los balcones los húmedos aires del norte. Unas gotas pequeñas y rápidas se estampan contra la, bruscamente abierta, ventana del pasillo próxima al hall. María la cierra, asegurándose que la lluvia no ha borrado el jeroglífico del espejo. ¡Ya está! dichosa corriente, casi rompe los visillos, menos mal que ese dibujo no se va ni restregándolo con cepillo de raiz. Lo pinté con pinturas imborrables. La silueta quedó perfecta.
¡¡¡Felicidades, mi amor!!! Hoy es tu cumpleaños y quiero que luzcas tus mejores galas. Ahora vendrá papá para brindar. Le he mandado a por champán. Él se marchó el día del accidente, pero por un momento, haremos como que no nos acordamos. Brindaremos los tres juntos como siempre. (Nvbre. 2011)
Malditos noviembres, me has emocionado.
ResponderEliminarcriticaslocas
Mira que casualidad.
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