El olimpo de la literatura ya tiene a un nuevo ocupante. La poeta estadounidense Louise Glück, de 77 años, ha ganado el premio Nobel de Literatura 2020, según ha hecho público el secretario permanente de la Academia Sueca, Mats Malm, en la sede de la institución en Estocolmo. El jurado ha destacado “su inconfundible voz poética, que con austera belleza hace universal la existencia individual”.
Nacida en Nueva York, Glück creció en Long Island. Ganó el premio Pulitzer de poesía en 1993 por ‘El iris salvaje’, su primer libro traducido al castellano, en la editorial Pre-Textos, que ha ido publicando su obra, hasta siete títulos. La última entrega es ‘Una vida de pueblo’, que salió en marzo y es, en palabras de Manuel Borrás, el editor, “la reivindicación o exaltación de una vida sencilla, natural, la recuperación del sosiego en comunidades pequeñas”.
Borrás confirma que “el premio ha sido totalmente inesperado. Tú publicas, apuestas por un autor, absolutamente nadie te hace caso y le tienen que dar un premio Nobel para que le paren bola. Los premios son útiles cuando nos descubren a alguien tan bueno”. ¿Cómo la descubrió? “La había leído por inducción de un amigo neoyorquino, me quedé prendado, enamorado. Igual ha vendido 200 ejemplares en el último año. Aplaudimos a autores de grandes grupos unánimemente pero son obras que olvidamos a los cuatro días. En la periferia estamos publicando libros importantes y es un disparate que no se tengan en cuenta”.
“Se ha definido a Glück -prosigue- como una gran poeta de temas domésticos e intimistas. A mí me parece que sí, no lo contradigo, pero fundamentalmente creo que aunque hable de cosas muy domésticas, las trasciende: hablando de su hermano, su padre o su marido habla de los nuestros, tiene esa capacidad de universalización que define a los poetas grandes”. Otro tema muy presente en su obra es “el discurrir del tiempo”.
El premio Nobel de Literatura es el único de todos los que se conceden siguiendo el legado de Alfred Nobel cuyo jurado está compuesto por los miembros de la propia Academia Sueca, expertos en lengua y literatura. Su veredicto ha estado en algunas ocasiones envuelto en polémicas, como el año pasado, con Peter Handke, a quien le reprocharon su postura en la guerra de los Balcanes, o el anterior, en que las disputas internas -y la acusación de violación y corrupción al marido de una académica, hoy en prisión- suspendieron la proclamación por primera vez desde la segunda guerra mundial.
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