¡Caramba, caramba! Si me descuido me presento en el 2018, así como el que no quiere la cosa, sin darme cuenta. Pero es que si lo pienso detenidamente, hay que ver los acontecimientos que han sucedido en este mes que no he entrado en el blog. No sólo a mí me han pasado cosas extrañas, también a la familia y amigos: Mis consuegros, un matrimonio sanote y además vascos, se han puesto los dos enfermos. Ella con piedras en la vesícula y un amago de infarto, llena de dolores y medicación. Él, con caídas al suelo imprevistas y dos llegadas a la casa preguntando a su mujer que quién era, porque estuvo una hora sin conocerla; Nuestro nieto Diego, único niño de la reducida familia, se ha juntado en unos días con dos primitas hermanas. A mí me han operado de varices y la vena safena se me ha puesto como una morcilla, morada y enorme. Todavía estoy yendo a las curas y consultas. Me han hecho un regalo misterioso, un cubilete rectangular lleno de flores de Pascua, sin fecha ni dirección, ni nota de felicitación... mi marido un día se metió en la cocina e hizo un cordero asado maravilloso estilo Segovia, sin antes haberlo preparado en su vida; empecé una tarde a leer un libro de poesía de un compañero de la biblioteca y a mí, que no me gusta nada ese tipo de literatura, me lié, me lié, me lié, y me lo terminé antes de dar las nueve de la noche. Algo inaudito, y estamos a 21 de diciembre, veremos que pasa antes de acabar el mes, mejor dicho el año. Feliz 2.018.
Tornasol.
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