PASÓ NOVIEMBRE.- Triste, sin hacer apenas ruido, pues lo de Halloway no es de España, es una pura anécdota, para mí sin gracia. Llegaron los primeros días de diciembre con frío, como debe ser, con nieve por algunos puntos de la península y con tímidos adornos de Navidad; con árboles iluminados por el centro y con caras infantiles de hoyitos en las mejillas por las sonrisas prevacacionales. Colas en gran parte de los establecimientos: en Correos para enviar paquetes o lotería a nuestros familiares de fuera; en las carnicerías por echar un vistazo a las paletillas y a las piernas de nuestro deseado cordero (desde luego, congelado); en las marisquerías, para comprobar si D. Langostino sigue al mismo precio que el año pasado o, probablemente, haya subido como de costumbre; en los cines y teatros, intentando sacar las entradas con anticipo de alguna obra de nuestros fabulosos dramaturgos y los no menos grandes actores y actrices, y también, cómo no, en los aparcamientos donde reposarán una o dos horas nuestros coches para, mientras, comprar camisas o blusas diferentes que no se parezcan en nada a las del año pasado, no sea que la cuñada de turno piense que a su pobre hermano le han descendido de categoría y nuestro sueldo sea inferior al suyo.
Un DICIEMBRE como siempre, con sus felicitaciones, sus compras, sus vecinos más amables que nunca, sus niños buscando una bonita carta para escribir a los Reyes, sus figuritas de nacimiento, sus postales de angelitos y portal de Belén, sus prevenidas madres prestas a reunir a la familia para la Gran Cena y, por desgracia, las envidias, las apariencias, las comilonas, las borracheras, las discusiones entre parientes y amigos, también COMO SIEMPRE.
Tornasol.
Tornasol como siempre tan sagaz.
ResponderEliminarYa con ganas de verte.