(MICRORRELATO) DE COMPRAS.-
¿Es ésto mi populoso Madrid? No lo puedo creer. He ido hoy, jueves, a las rebajas por el Centro, en mi coche, después de hacer una visita al Niño del Remedio donde había huecos de sobra para aparcar. No he despotricado con nadie desde el volante, y el maquillaje no se me ha corrido, a pesar del calor y de las muecas de asco que suelo poner a algún colega novato cuando me adelanta sin deber. ¡Qué paz! ¡qué maravilla de trayecto con mi aire acondicionado que me lo arreglaron el otro día, un pastón! Esto es vivir en libertad, casi casi como si me hubiese encontrado en una playa nudista. ¡Qué gozada!
Luego, en El Corte Inglés, he revuelto a placer en el stand de zapatería: sandalias de tiritas doradas, otras marrones de piel, zapatillas de deporte, zapatos con alza, otros, tipo romano con poco tacón y, por último, los de vestir, pero, ¿es posible? sin disputármelos con otra compradora cumpulsiva ¿estoy en otro planeta? He visto algún negrito, pero lo que se dice con caras verdes y cuernos... no recuerdo. Por fin he cogido tres pares baratísimos y sin defectos. He salido y el coche, allí, impecable, sin notas ni multa en el limpiaparabrisas, ¡genial!
Cuando volvía a casa por la carretera de Colmenar, respirando, ahora sí, el aire de la arboleda, he oido por la radio que este mes de agosto sufríamos la mayor ola de calor desde hacía treinta años. ¡Claro, ya decía yo,! ¡ESTAMOS EN AGOSTO!
Tornasol.
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