ESTRUCTURA:
La novela, cuyo título original es “POP 1280” (Población: 1280), está dividida en 24 capítulos, a lo largo de los cuales el narrador nos va dando a conocer su perversa forma de entender el mundo y de enfrentarse a él.
Los 24 capítulos, de corta extensión, nunca más de 10 ó 12 páginas y muy frecuentemente menos, están ordenados por orden cronológico y abarcan un periodo temporal cuya duración, aunque no se indica de forma expresa mediante referencias temporales concretas, no parece abarcar más allá de unas pocas semanas.
El estilo es sencillo, tanto en el fondo como en la forma. En numerosas ocasiones el autor recurre a un lenguaje descarnado, con abiertas referencias a aspectos sexuales o escatológicos, sin escándalo aparente.
El relato alterna la descripción de la acción por el narrador con abundantes diálogos, en los que aquel interviene habitualmente, y con las reflexiones interiores del propio protagonista, dando pie a que la narración se nos muestre desde el punto de vista del narrador.
En general, todo el relato está trufado de un espíritu entre irónico y cínico, en el que la aparente ingenuidad del narrador y protagonista encierra la más descarnada maldad y en el que sus supuestas torpezas o ignorancias enmascaran una perversión absoluta, que va “in crescendo”, hasta que en un último y sorprendente quiebro final el narrador se refugia en peregrinas motivaciones éticas, sociales o filosóficas para tratar de justificar sus fechorías.
Narrador.- Es un narrador en primera persona, testigo de la acción, pues tan solo nos relata aquello que ha presenciado o de lo que ha tenido conocimiento por terceros.
Como se ha mencionado, con frecuencia hace partícipe al lector de sus cínicas reflexiones, permitiéndole apreciar la forma solapada, astuta y retorcida en que consigue sus fines: sembrar la discordia, manipular a cuantos le rodean, recurrir a la extorsión o al asesinato a sangre fría cuando lo estima conveniente, y, en resumen, imponer sus deseos e intereses por encima de cualquier otra consideración.
Para ello explota en su beneficio la estupidez, la codicia o la ambición ajenas, con tal habilidad que, sobre todo en un primer momento, es difícil evitar un impulso de simpatía hacia él, si bien a medida que la acción avance se irá convirtiendo en horror al comprobar la total falta de escrúpulos y de humanidad del personaje.
En definitiva, el narrador es uno de los villanos más conseguidos de la historia de la novela negra.
Hispaniola: Has hecho una estructura mu apañá. Me ha encantado Hasta pronto. Un abrazo.
ResponderEliminarTornasol
Hispaniola, nosvemos pronto.
ResponderEliminarY eso que el sheriff me caia bien al principio....
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